San Bartolomé 

Teguise fue uno de los primeros núcleos fundados en Canarias tras la invasión normanda, sobre la antigua comunidad aborigen; fue capital del señorío de Lanzarote y mantiene inalterada su fisionomía desde el siglo XVIII hasta nuestros días. 

Por tal motivo, esta población está catalogada como conjunto histórico-artístico excepcional y considerado uno de los mejores conservados de toda Canarias. Incluye un notable conjunto de edificaciones de blancura impoluta en contraste con el basalto del mobiliario urbano, casas señoriales, iglesias, conventos y callejones empedrados cargados de leyendas, en los que resuenan los ecos de las invasiones piratas, las despedidas de la emigración y el trasiego agrícola y pesquero. 

Desde una loma próxima y rodeada de volcanes que se derraman en suaves pendientes, la fortaleza de Guanapay vigila la caída de la tarde sobre el océano Atlántico, un espectáculo de pirotecnia natural que permanece en la memoria para siempre. 

Teguise mantiene inalterado el perfil de sus calles de sabor antiguo, convertidas en un atractivo de primer orden dentro de la oferta cultural lanzaroteña gracias a su arquitectura señorial y su sereno latir. Un paseo por el Teguise del siglo XXI es lo más parecido que encontraremos en Canarias a una visita al archipiélago de nuestros ancestros.