CIC El Almacén

Tras su estancia en Nueva York, César adquiere conciencia de la importancia de disponer de espacios para la creación y la difusión cultural y en 1974 adquiere un inmueble que se levanta sobre la unión de dos viviendas del siglo XIX, ejemplo de la arquitectura doméstica burguesa de Lanzarote.  

El centro dispone de dos accesos desde la calle, uno para la entrada a la cafetería, con vestíbulo abierto tras una original pérgola, y otro que conduce a las estancias para eventos culturales, entornos orgánicos sin esquinas de un blanco impoluto, solo pespunteado de piedra negra, carpintería de madera y vidrieras de colores.  Entre sus distintos espacios destaca una sala expositiva que se localiza en un aljibe subterráneo.

En el continuo de fachada de ambas edificaciones los grandes ventanales se alinean dando al conjunto unidad y coherencia. En la zona alta, haciendo esquina, una coqueta terraza se asoma a la plaza de El Almacén, espacio que acoge conciertos y festejos populares.  

El bar Picasso, de decoración vintage ochentera según el espíritu pop y hedonista de su promotor, mantiene la barra y parte del mobiliario original y convoca a los jóvenes del pasado siglo y del actual a guateques, tertulias y animada conversación al término de las sesiones de cineclub de la sala Buñuel, en el segundo piso.